salud mental
  • “No necesito un psicólogo, yo no estoy loco”.

  • “Mi médico me ha dicho que me vendría bien ir a terapia, pero es que yo no estoy tan mal”.

  • “Esa persona tiene una esquizofrenia, seguro que es peligroso, no te acerques”.

  • “Me he enterado de que Juan está yendo al psicólogo porque tiene depresión…no me lo puedo creer, si yo nunca lo veo triste”.

  • “Dice que tiene depresión, pero yo creo que simplemente es un vago y no quiere hacer nada”

¿Os suenan estas frases? Posiblemente más de lo que nos gustaría.

La salud mental es algo muy importante, imprescindible para nuestro bienestar. Y sin embargo, a menudo es una parte de nuestra salud que descuidamos. Por ejemplo, todos vemos claramente que si nos rompemos una pierna, tenemos que ir al médico. Y después, tenemos que hacer rehabilitación, fisioterapia, ejercicios para recuperarnos, etc. Si tenemos una enfermedad, tomamos antibióticos o medicación, hacemos las pruebas médicas necesarias, etc. Sin embargo, la salud mental no se ve; no es una pierna rota que se ve en una radiografía, no se ve en un análisis de sangre,… Y posiblemente este hecho haga que sea más difícil de entender.

Por desgracia, mucha gente critica/tiene ideas erróneas de lo que no entiende. Y si bien es cierto que aunque últimamente se trabaja mucho por visibilizar la salud mental y normalizar los problemas relacionados con esta, aún seguimos oyendo algunas cosas que parten desde una perspectiva estigmatizadora de la salud mental.

Por eso me ha parecido útil coger algunas de estas frases (que como veis tocan varios temas relacionados con la salud mental y la enfermedad mental) y analizarlas para ver lo que hay en realidad detrás de cada una de estas

Vamos, por tanto, a coger algunas de esas frases y ver la realidad:

“Esa persona tiene una esquizofrenia, seguro que es peligroso, no te acerques”.

Vamos a empezar con esta porque posiblemente es uno de los estereotipos más repetidos sobre las enfermedades mentales: que las personas con esquizofrenia son peligrosas. Sin embargo, estudios que han investigado esto han llegado a las siguientes conclusiones: las personas con un diagnostico de este tipo que cometen actos violentos son de menos del 5%, y en muchos de los casos que personas con este diagnóstico han cometido delitos, estos no estaban relacionados con la sintomatología psicótica.

“Me he enterado de que Juan está yendo al psicólogo porque tiene depresión…no me lo puedo creer, si yo nunca lo veo triste”.

“Dice que tiene depresión, pero yo creo que simplemente es un vago y no quiere hacer nada”

La depresión incluye (como todos sabemos) estar triste, pero incluye muchas otras cosas además de esto: incluye síntomas más “físicos” (como problemas de sueño, falta de apetito o incremento de este), falta de concentración, dificultad para tomar decisiones,… Además, tiene entre sus síntomas más característicos la anhedonia (falta de disfrute de actividades que antes nos gustaban). Esta combinación de síntomas, pueden hacer que una persona con una depresión mayor tenga dificultades para realizar tareas que antes le resultaban sencillas ( o que a personas sin estos síntomas no les costarían trabajo).

“No necesito un psicólogo, yo no estoy loco”.

“Mi médico me ha dicho que me vendría bien ir a terapia, pero es que yo no estoy tan mal”.

Por último vamos a hablar de estas, que posiblemente son las más comunes: es muy común hablar del psicólogo como el profesional al que va “la gente que está muy mal”, “la gente que tiene un trastorno mental”, “gente loca”…

Sin embargo la realidad, es que al psicólogo se puede ir en cualquier momento. La gente que viene a nuestra consulta de psicología clínica no viene “porque está mal de la cabeza” o “está loca/muy mal”: son personas que se encuentran en un momento de la vida en el que necesitan ayuda: ayuda para gestionar las emociones, ayuda para avanzar en momentos complicados de la vida, ayuda con un trastorno mental que les está dificultando encontrarse bien, ayuda para aprender a gestionar unos síntomas o para intentar que estos desaparezcan…

Y volviendo al ejemplo del principio, si cuando nos rompemos un hueso, tomamos las medidas adecuadas, ¿por qué no íbamos a hacerlo cuando en vez de una fractura estamos ante una depresión, un trastorno de ansiedad, o un problema emocional?

Por eso es tan importante seguir trabajando por normalizar nuestra profesión: una de cada cuatro personas tiene/tendrá un trastorno mental en algún momento de su vida.  Y aún sin tener una enfermedad mental, todos podemos pasar por algún punto en el que necesitemos ayuda profesional para estar mejor, y en ninguno de los dos casos debería darnos vergüenza buscar el tratamiento adecuado ( en este caso la terapia). Si con los problemas de salud “física” lo haríamos… ¿por qué no también con nuestra salud mental?

Fátima Piñeiro

Psicóloga clínica
982 87 37 99