
La microbiota es el conjunto de microorganismos que poseemos en nuestro cuerpo y que necesitamos para vivir. Tenemos microbiota en piel, vagina, boca, tracto urinario, respiratorio e intestinal. Para que nos hagamos una idea, las bacterias que colonizan nuestro cuerpo superan en 10 veces el número de células somáticas.
El intestino es la parte del organismo que posee más microorganimos, tanto en número como en diversidad. La microbiota intestinal desempeña múltiples funciones esenciales para nosotros
- Fermentación de partes de los alimentos que no se pueden digerir fácilmente como la fibra
- Síntesis de vitamina K y otros compuestos beneficiosos como ácidos grasos grasos de cadena corta (AGCC)
- Maduración y funcionalidad del sistema inmune
- Crecimiento y maduración de los enterocitos (células epiteliales del intestino)
- Metabolización de toxinas y carcinógenos procedentes de la dieta y de otros metabolitos endógenos
Cada persona posee su propia microbiota intestinal, que juega un papel fundamental en la salud y en la enfermedad. Aunque aún no se sabe con exactitud la composición beneficiosa de la microbiota intestinal, es cierto que hay microorganismos y cantidad de los mismos que pueden ser negativos, aumentado el riesgo de causar algunas patologías. Esta alteración de la microbiota se conoce como disbiosis.
Hay muchos factores, tanto endógenos como exógenos, que influyen en la composición de la microbiota intestinal. Desde el nacimiento, nuestro intestino se va colonizando, por eso mismo el parto vaginal y la lactancia materna favorecen el crecimiento de microbiota beneficiosa. Tratamientos como antibióticos o la dieta también tienen modifican la flora intestinal.
DIETA Y MICROBIOTA
Hemos visto que la microbiota es capaz de sintetizar nutrientes y otros compuestos que nosotros absorbemos y utilizamos. Pero la microbiota también necesita que la alimentemos y le demos calidad nutricional para su colonización y crecimiento.
La dieta occidental de los países desarrollados tiene un consumo elevado de productos refinados, grasas saturadas, proteínas animales y azúcares simples, y bajo en fibra. Este tipo de dieta reduce la diversidad de la microbiota intestinal. Por el contrario, dietas altas en fibra, especialmente la soluble, favorecen el crecimiento de especias beneficiosas y mayor diversidad.
- Probióticos: nos aportan el propio microorganismo beneficioso vivo. Los encontramos en alimentos fermentados: yogur, kéfir, Kombucha, Chucrut, queso blando, miso, aceitunas y encurtidos
- Prebióticos: son el alimento de nuestra microbiota. Gracias a ellos, los microorganismos beneficiosos proliferan y producen los ácidos grasos de cadena corta. Una dieta equilibrada, con alimentos sin refinar y basada en alimentos de origen vegetal aporta una gran cantidad de prebióticos. Se encuentran en fruta, verduras, avena, legumbres… Si aún queremos aumentar la cantidad de prebióticos de nuestra alimentación, podemos obtener almidón resistente (prebiótico) al enfriar los alimentos ricos en almidón. El arroz, la pasta o la patata, una vez cocinados y enfriados en la nevera, reducen su índice glucémico y actúan como prebióticos.
