Muchas personas a lo largo de su vida habrán sufrido alguna fractura. Las fracturas pueden darse a cualquier edad, pero con el paso de los años y la aparición de la osteoporosis su incidencia aumenta. La osteoporosis se caracteriza por una disminución de la “cantidad” mineral de hueso y una menor calidad ósea. Esto hace que el hueso tenga una menor resistencia, mayor fragilidad y mayor riesgo de fracturas a pesar de sufrir pequeños traumatismos.
¿Qué es una fractura?
Una fractura es la ruptura de un hueso por un traumatismo. En ocasiones este traumatismo puede ser un golpe directo, como cuando una persona se cae desde cierta altura. Pero en otras basta con traumatismos de repetición (como en la fractura por estrés de la tibia) o una fuerza muscular excesiva.
Tipos de fracturas
Cuando un hueso rompe puede hacerlo de una infinidad formas. En función de eso podemos estar ante diferentes tipos de fractura, como por ejemplo:
- Oblicua: el trazo de fractura tiene cierta inclinación con respecto el eje mayor del hueso.
- Conminuta: cuando la fractura presenta múltiples fragmentos de fractura.
- Espiral: el trazo va alrededor del eje. Suelen deberse a fuerzas de torsión.
- Impactada: ante traumatismos en compresión los huesos pueden quedar comprimidos entre ellos.
- Transversa: cuando el trazo es perpendicular al eje mayor del hueso.
Tratamiento de las fracturas
El primer paso ante una fractura o sospecha de fractura es acudir a un servicio de urgencias. Allí podrán realizar las pruebas médicas necesarias para confirmar si estamos ante esta lesión. Ciertas fracturas requieren intervención quirúrgica, pero habitualmente los tratamientos convencionales son suficientes para solucionarlas.
Fisioterapia y fracturas
En fisioterapia no tratamos la fractura en sí, sino los tejidos y articulaciones adyacentes. La fractura tiene que consolidar (“sellarse”) y eso se dará gracias a la inmovilización (yeso o férulas) durante el tiempo que necesite cada hueso.
Durante la inmovilización
Edema y hemorragia
Aunque sobre la zona de fractura no podemos (ni debemos) tratar directamente. Si que podemos aplicar tratamiento en los tejidos circundantes que van a favorecer indirectamente a la fractura.
Cuando se produce una fractura se desarrollar una reacción inflamatoria local con edema, hinchazón y hemorragia. Si este líquido no se elimina de la manera adecuada puede producir:
- Limitación de la movilidad
- Adherencias entre los tejidos
- Daños en la piel
Desde fisioterapia a través de la aplicación de drenaje manual en zonas circundantes, movilizaciones articulares y consejos para realizar en casa podemos favorecer la evacuación de todo ese material de una forma eficaz para evitar complicaciones.
Articulaciones vecinas
Es muy frecuente que un paciente que sufre una fractura, por miedo o por desconocimiento, reduzca su actividad general. Pero lo cierto es que eso empeorará más el cuadro.
Por una parte, la zona de la fractura necesita un aporte sanguíneo adecuado para que puedan llegarle sustancias de reparación que favorezcan la curación.
Por otro lado, el reposo absoluto favorecerá la disminución de la masa muscular general y por consiguiente la disminución de la fuerza. Por tanto, es necesario continuar realizando ejercicio en aquellas articulaciones que no se han visto afectadas y ejercicio en general para mantenernos en las mejores condiciones posibles. De esta manera la recuperación tras la inmovilización será más rápida y de mayor calidad.
Este ejercicio debe basarse tanto en movilidad articular como en fuerza muscular.
Tras la inmovilización
Ante todo debemos seguir las pautas que nuestro médico nos haya indicado. En cuanto nos den el ok , lo ideal es intentar que poco a poco el hueso vaya recibiendo carga de nuevo. Esto es importante porque el hueso necesita la carga para favorecer la remodelación ósea. Pero, ¡ojo! estamos ante un hueso que tiene una zona delicada (callo de fractura). Por lo que es importante que esta carga sea supervisada por un profesional y siempre que el traumatólogo nos diga que se puede comenzar a hacer.
Desde fisioterapia desaconsejamos el uso de cabestrillos o cualquier otro tipo de inmovilización si no es estrictamente necesario. Ya que perpetuará todavía más la atrofia y la rigidez articular que conllevan los períodos de inmovilización tras una fractura.
Igual que la medicación. Es frecuente prescribir medicación para el dolor. Pero en muchos casos los pacientes me comentan que no tienen dolor. Si no lo hay, mejor evitar tomar fármacos innecesarios.
Tras la inmovilización también podremos hacer una intervención más directa sobre la zona de fractura: drenaje linfático local y tejidos circundantes, movilización articular, ejercicios isométricos, etc. Pero todo va a depender de la evolución de cada caso.