La imagen que tenemos sobre nosotros mismos a nivel físico (imagen corporal) influye enormemente en nuestra autoestima. Es un hecho que la sociedad presiona sobre las personas unos cánones de belleza que a menudo son inalcanzables o no tienen sentido. Para hablar de esta compleja relación, debemos primero abordar algunos conceptos previos.
¿Qué es la autoestima?
La Real Academia Española define la autoestima como “Valoración generalmente positiva de sí mismo”. No resulta extraño pensar que este valoración positiva puede estar distorsionada según nuestro entorno. Al igual que ocurre con los genes, el peso… nuestro entorno repercute directamente en nuestra autoestima. Muchas personas que acuden a consulta ven mermada esta condición en base a la información externa e intenta cambiar para adaptarse a ese nuevo entorno hostil.
¿Qué es la imagen corporal?
La imagen corporal es tanto el concepto que tenemos a nivel interno de nosotros mismos tanto física como mentalmente (aunque nos venga a la mente más el asunto físico). En pocas palabras, es lo que nos define como personas (personalidad, forma, tamaño, raciocinio…). Al margen de esto, también proyectamos una imagen corporal a otras personas. La imagen corporal no es algo estático y a medida que entramos en nuevas etapas de la vida o las abandonamos los requisitos son unos u otros. Este concepto de cambio lo recogía Peter Slade en 1994.
Relaciones entre conceptos
Ahora que hemos visto un poco por encima qué es cada cosa, podemos asociarlos. Una imagen corporal distorsionada por el entorno social conlleva una modificación de la valoración positiva de nosotros mismos o autoestima. Si conseguimos el nuevo objetivo que se nos impone, nos adaptamos y seguimos adelante. Si no, nos invade un sentimiento de vacío y tristeza, convirtiéndose en una particular obsesión por la imagen platónica que querríamos tener, disminuyendo la autoestima. Al recibir comentarios o apreciaciones positivos sobre ella nos genera un sentimiento de placer. En base a esto reside el éxito de redes sociales como Facebook o Instagram. Es lo que se viene conociendo como placer exprés. En cambio si la apreciación es negativa, intentamos consciente e inconscientemente cambiar este esquema. Esto puede ser particularmente dañino para la persona.
Pero, ¿es real o una ilusión?
La realidad es que la autoestima es algo que depende enteramente de nosotros mismos y no de terceras personas. Si nos dejamos influir por comentarios maliciosos o no maliciosos pero que malinterpretamos, podemos acabar haciéndonos daño. En consulta es relativamente normal que las personas tengan objetivos centrados única y exclusivamente en el peso. Hoy en día sabemos que más importante que el peso es la condición muscular, el estado del reservorio graso o el bienestar psicológico. No se puede pretender bajar de peso hasta límites insospechados sacrificando el músculo o causando un estrés emocional que puede ser irreversible.
Vamos a verlo de manera más práctica. Hasta hace relativamente poco se clasificaba a las personas según el índice de masa corporal (IMC). Según este índice que relaciona peso y altura en base a unas medias poblacionales las personas se encontraban en bajo peso, normopeso, sobrepeso u obesidad. Pero un deportista, por ejemplo, suele presentar condiciones de sobrepeso elevado según el IMC. ¿Está mal esto?; no, en absoluto. Porque el músculo pesa y las condiciones de salud son adecuadas. Pero si hiciésemos caso del IMC o de comentarios sobre el peso únicamente estaríamos desnutriendo a este tipo de personas.
También con la edad es normal percibir una pérdida de agua y masa muscular en favor de la masa grasa. Es por ello que resulta inviable querer pesas lo mismo que cuando tenías 18 años. Esto es así, hay que buscar un cuerpo sano y funcional, pero también adaptado a la etapa de la vida en que se esté.
A veces vemos que hay personas con sobrepeso ligero que quieren bajar kilos. A base de entrenamiento y dieta, el peso no ha cambiado. Y se mosquean. Si miramos entonces la letra pequeña que si bien el peso es el mismo se ha aumentado músculo y disminuido la masa grasa. Se explica la nueva situación y ya se ve todo de otra manera. Pero vivimos con miedo al qué pensarán los demás y a que nos pidan el DNI de kilos por la calle. O algo así. Y eso influye en nuestra autoestima, pero principalmente porque dejamos que estas ideas tan simples y mundanas calen demasiado hondo en nuestras psiques.
Conclusiones finales
En definitiva, no debemos pretender otras personas distintas de nosotros mismos. Debemos dejarnos guiar por unos estándares objetivos y alcanzables, no algo tan voluble como la opinión subjetiva de otras personas. Cada persona tiene su toque único, algo que lo hace quien es y que es apreciado por ello. En temas de nutrición debemos buscar siempre el concepto de salud por encima del estético. Es lo que define a un buen profesional de otro que no lo es. El buen profesional no sacrifica la salud del paciente para conseguir un objetivo y siempre le dirá la verdad en torno a su tratamiento.
Ricardo Estévez
NUTRICIONISTA
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