El 90 % de los diagnósticos de dolor lumbar son clasificados como inespecíficos. Esto quiere decir que no se tiene del todo claro su origen. Esto hace que sea complicado establecer un diagnóstico preciso generando que el establecimiento de métodos terapéuticos eficaces sea complicado.
De todas formas, sí que sabemos factores, bastante frecuentes, que favorecen la aparición de dolor lumbar. En el post de hoy te hablamos de los más frecuentes.
1. Sobrepeso
El exceso de peso provoca que la carga mecánica que tiene que soportar nuestra columna vertebral, aumente. Esta sobrecarga mecánica favorece, a su vez, la degeneración discal y, por tanto, dolor.
Además sabemos que la dislipidemia (elevación anormal de concentración de grasas en la sangre) juega un papel importante en el desarrollo de la aterosclerosis (depósito de sustancias grasas en el interior de las arterias) en personas obesas. Esto provoca desnutrición en las células del disco intervertebral predisponiendo a su degeneración.
En otro artículo también os hemos explicado el proceso de “sensibilización central” que provoca la obesidad.
“La acumulación de grasa en el organismo provoca alteraciones metabólicas que aumentan la inflamación crónica generalizada, cosa que empeora el dolor.”
2. Musculatura abdominal flácida
En sujetos con dolor lumbar se ha observado que los patrones de activación de la musculatura abdominal, en concreto del transverso del abdomen y oblicuo interno, se encuentran alterados retrasándose su activación. Este hecho interfiere directamente en la capacidad de estabilizar la columna lumbar.
Y es que la musculatura abdominal juega un rol fundamental en la estabilidad de la columna, y varios estudios recientes han demostrado la relación entre la fuerza, la coordinación y la activación de la musculatura en la integración de la fuerza, la coordinación estabilizadora, con la cronicidad y recurrencia del dolor lumbar.
3. Malas posturas
¿Qué es una “mala postura?
- Aquella en la que más de una articulación excede los ángulos confortables de movimiento (posturas forzadas)
- Cuando se adopta la misma posición sin posibilidad de cambio (postura mantenida)
- Se asume la misma postura por largo periodo de tiempo (postura prolongada)
- Se sostiene un segmento del cuerpo en elevación (postura anti gravitatoria)
Todas ellas, mantenidas y/o repetidas durante tiempo, aumentan el riesgo de sufrir una lesión por sus exigencias a nivel biomecánico.
4. Estrés
El estrés emocional se manifiesta por la presentación de síntomas de ansiedad, síntomas depresivos y físicos asociados a la sobreactivación del sistema nervioso autónomo. Estos estados aumentan el riesgo de incapacidad por dolor lumbar.
5. Dismetría de las piernas
La diferencia de longitud en las extremidades inferiores del cuerpo está presente en el 70% de la población y es uno de los problemas músculo-esqueléticos más desconocidos de nuestros días. Esta diferencia, aunque sea leve, puede originar dolor en la columna, contracturas musculares importantes, lesiones en lo discos intervertebrales, hernia discal, degeneración y artrosis precoz…
Si tienes una dismetría y, sobre todo, si tienes síntomas, es importante que acudas a un profesional de la podología que evalúe tu caso y la necesidad de algún tipo de soporte plantar.
6. Escoliosis
Las curvas en el adulto son más rígidas; por otra parte, en los adultos frecuentemente se asocian a dolor y síntomas neurológicos, ocasionados por una combinación de fatiga muscular, desbalance del tronco, artropatía o artrosis de las facetas, y en la mayoría de los casos por un proceso degenerativo discal.
7. Discopatía lumbar
Con la edad, se inicia una cascada degenerativa en la columna lumbar, que comienza en el disco intervertebral, continuando por las facetas articulares y demás elementos vertebrales. Esta degeneración del raquis forma parte del envejecimiento normal del individuo, aunque en ocasiones puede causar dolor y/o alteraciones neurológicas.
8. Tabaquismo
Las personas que fuman tienen más propensión a desarrollar dolor de espalda crónico. Esto es así porque el hecho de fumar reduce la capacidad de resistencia al dolor. Se ha visto que interfiere en un circuito cerebral asociado con el dolor. Lo que ocasionaría que los fumadores sean menos resistentes al dolor crónico, representando 3 veces más posibilidades de desarrollar dolor de espalda crónico respecto a no fumadores.
9. Falta de flexibilidad
La falta de flexibilidad se refleja por la limitación de amplitud articular. La más conocida, la falta de flexibilidad en los isquiotibiales (parte posterior del muslo) tiene importantes consecuencias:
- Condiciona una inclinación pélvica hacia atrás disminuyendo la movilidad pelviana
- Inversión de la curvatura lumbar
- Cambio biomecánico en la distribución de las presiones
- Aumento en la curvatura dorsal
- Afectación de los discos intervertebrales
- Limita la extensión de la rodilla
- Limitación de la flexión de la cadera
Por tanto, es fácil deducir que el hecho de no tener una buena flexibilidad muscular condicionará adaptaciones a todos los niveles que pueden influir en la aparición de dolor.
10. Sedentarismo
La inactividad física supone un signo precursor hacia la dolencia de algias lumbares o problemas de espalda ya que la mayoría de casos están ocasionados por descompensaciones o desequilibrios musculares.
Las actividades físicas tienen la capacidad de influir sobre las estructuras del sistema músculo esquelético disminuyendo el riesgo de fractura y lesión del tejido muscular, así como del mantenimiento y mejoramiento de las funciones motrices como la flexibilidad, la coordinación y la velocidad.