Hace años, el reposo era una recomendación habitual. Si tenías alguna molestia (un esguince, dolor de espalda, tendinitis, etc), casi con seguridad lo primero que te recomendaban era reposo absoluto. Es decir, que descansaras de cualquier actividad.
Hoy en día se sabe que el reposo absoluto es algo que deberíamos evitar completamente. En el único caso en que se debería recomendar un reposo absoluto es en el de lesiones agudas. Y solamente limitado al momento inmediatamente posterior a la lesión y al movimiento sobre la estructura que ha sido dañada. Salvo en lesiones graves o en las que por prescripción médica tengamos que hacer necesariamente un reposo absoluto.
Sino, siempre podemos seguir haciendo cosas mientras que no impliquen daño a la zona lesional.
¿Por qué hay que moverse?
La evidencia científica lleva tiempo demostrándonos que, en fisioterapia, el ejercicio terapéutico es el mejor de los tratamientos. Y en reactive sabéis que somos muy fans del “movimiento como tratamiento”.
Y es que el beneficio que se obtiene del movimiento radica en el efecto conocido como “mecanotransducción”.
¿Qué es la mecanotransducción?
Es el proceso por el cual el cuerpo convierte un estímulo mecánico (la carga durante un ejercicio) en una respuesta celular (regeneración del tejido).
Y este mecanismo tiene tres pasos:
- Estímulo mecánico (mechanocoupling): por ejemplo, ponerse de puntillas.
- Comunicación célula a célula (cell-cell communication): el estímulo es transmitido de unas células a otras gracias a la interconexión celular.
- Respuesta celular (effector cell response): respuesta celular a ese estímulo que va a dar como resultado la regeneración del tejido.
Un ejemplo muy claro de esto lo vemos en la osteoporosis. Cuando en las radiografías se empiezan a mostrar signos de pérdida de masa ósea, el médico recomienda hacer algo de ejercicio físico. ¿Por qué? Pues porque como hemos visto, el hecho de hacer ejercicio físico (estímulo mecánico) va a favorecer que el hueso responda a esa carga volviéndose más fuerte (respuesta celular). Es por esto también que la gente encamada tiene una baja densidad ósea.
¿Qué ejercicio terapético debemos realizar?
El ejercicio terapéutico siempre tiene que estar adaptado a la persona, a su patología y a la fase en concreto en la que se encuentre.
Es por eso que se habla del término de “carga óptima”.
Es complicado saber exactamente cuándo estamos cargando demasiado. Cada paciente necesita una dosis adecuada de ejercicio, y una monitorización individual. Por eso debemos hacer una evaluación individual de cada caso y cada paciente debe escuchar su cuerpo. Si éste nos está gritando, es que estamos haciendo demasiado. Es importante conocer los límites de cada uno y mantenernos tan activos como podamos, siempre que nuestro cuerpo lo tolere y siendo sensatos.
Fases del entrenamiento
1º Moderación de la carga
Lo primero que debemos abordar es modificar la sobrecarga que ha producido esa lesión. De esta forma, buscamos darle las condiciones óptimas al tejido para que lleve a cabo su cicatrización.
Pero como hemos comentado al principio, esto no significa que tengamos que hacer un reposo absoluto. Pero sí quizás un reposo relativo que nos permita moderar la actividad hasta un punto en que no provoque esa sobrecarga.
El ejercicio isométrico es el escogido para esta fase por su acción analgésica.
2º Aumentar la fuerza
Una vez que el tejido haya cicatrizado, tenemos que restaurar la fuerza que tenía antes de la lesión.
Lo importante de esta fase es elegir bien el ejercicio que focalice la contracción de la musculatura que queremos trabajar y plantear un sistema de repeticiones y series.
Además, debemos de tener en cuenta, que si se trata de una tendinitis, el tendón tarda entre 36-72 horas en reparar sus tejidos después de una carga fisiológica. Por lo que es esencial dejar entre 2 y 3 días de descanso entre sesión y sesión para permitirle que lleve a cabo esa reparación.
3º Ejercicio pliométrico
Pasaremos a esta fase en el momento en que los síntomas hayan desaparecido y la fuerza y resistencia se hayan recuperado.
Si en la anterior aumentábamos la fuerza, en esta toca aumentar la velocidad para adaptarlo a las actividades diarias que tengan una mayor exigencia. Y si practicamos algún deporte en concreto, deberíamos terminar la fase de recuperación incluyendo gestos específicos. Así haremos ensayos lo más parecidos posibles que después ese tejido pueda responder lo mejor posible durante la práctica deportiva.
Conclusiones
- El reposo absoluto prácticamente nunca debería ser una opción, excepto en casos muy concretos.
- Durante una lesión debemos llevar a cabo un reposo relativo, moviéndonos lo máximo posible dentro de las limitaciones que tengamos.
- El ejercicio terapéutico es fundamental durante la recuperación ya que estimula la regeneración de nuestros tejidos.
- Para implementarlo en nuestra recuperación es necesario realizar una valoración individual de cada caso. Así podremos establecer en qué momento de su recuperación se encuentra el tejido y a qué cargas lo tenemos que someter.
- La clave siempre está en la progresión y en escuchar a nuestro cuerpo.
Si queréis información sobre nuestro servicio de fisioterapia, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Podemos ayudaros a diseñar una pauta de ejercicio terapéutico específicamente diseñada para vuestro caso en concreto.
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