Muchas personas tienen la idea preconcebida de que un menisco solamente romperá en caso de sufrir un traumatismo importante. Sin embargo tienen una enorme facilidad para lesionarse y, curiosamente, muy poca para su reparación.
¿Qué son los meniscos?
Los meniscos son láminas de fibrocartílago situadas en la parte de arriba de la tibia. Su función es la de absorber las cargas que recibe la rodilla.
Existen dos, uno en la parte de dentro en forma de “C” y otro en la parte externa que es prácticamente circular.
Pero estas láminas no están completamente fijas a la tibia. Esto permite que durante los movimientos de la rodilla se puedan mover hacia delante y hacia atrás.
Es importante señalar que la parte externa de los meniscos está vascularizada, mientras que su parte interna no. Esto tiene sus implicaciones. Por una parte, ante una lesión, no se podrá cicatrizar, ya que no le podrán llegar los elementos necesarios. Y, por otra, esto hace que tengan tendencia a degenerarse, sobre todo en personas de edad media.
Mecanismo de lesión meniscal
Las roturas de menisco normalmente se producen por un giro de rodilla mientras el pie permanece en apoyo sobre el suelo y con la rodilla en semiflexión. En ocasiones también pueden lesionarse en movimientos excesivos de flexión o de extensión, así como en desplazamientos laterales excesivos de la rodilla.
Es importante tener en cuenta que las lesiones se producirán más fácilmente en meniscos que ya puedan estar degenerados. Y es que, como el resto de los tejidos, con la edad van sufriendo un proceso de desgaste. En la población en general es bastante frecuente, de hecho se han observado lesiones degenerativas en el:
- 16% de mujeres de entre 50-59 años
- 50% de hombres de entre 70 y 90 años
Síntomas
- Dolor en la parte interna o externa de la rodilla. En ocasiones también puede irradiar a la parte posterior de la rodilla.
- Derrame articular. Sobre todo en las primeras horas de la lesión.
- Bloqueos de rodilla. Sobre todo en roturas amplias con un fragmento de menisco móvil. Esto hará que sea imposible la extensión o la flexión completa de rodilla.
- Atrofia del cuádriceps. Por desuso debido al dolor.
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en los antecedentes de la lesión, sus síntomas y las pruebas de exploración, así como las pruebas de imagen.
Pruebas complementarias
Radiografía
Suele ser la primera opción. Resulta interesante para corroborar un diagnóstico de artrosis así como para detectar ciertas patologías menos frecuentes.
Resonancia magnética
Ante señales de alarma o síntomas compatibles con enfermedades menos habituales, debería realizarse una resonancia.
Tratamiento
La menisectomía parcial por vía artroscópica es una de las intervenciones más habituales. Consiste en la extracción quirúrgica de una parte o de la totalidad del menisco desgarrado.
Pero se han visto muchas complicaciones y fracasos, así como un alto riesgo de sufrir artrosis en la rodilla. Por eso, otros estudios defienden como primera opción el tratamiento conservador. Además, conlleva un riesgo significativo de desarrollar artrosis.
Fisioterapia
El objetivo principal es disminuir el dolor y la hinchazón ya que son dos factores que conducen a la disminución de fuerza y coordinación muscular. Por eso, en un primer momento se aplica el protocolo RICE:
- R = reposo *
- I = hielo (ice)
- C = compresión
- E = elevación
* Sabéis que en reactive no es la primera vez que os hablamos del concepto de “reposo relativo” e indicado exclusivamente en los estadios más iniciales.
Si el médico lo considera, podría acompañarse de medicamentos AINES para ayudar a reducir la inflamación y el dolor.
Una vez hayan disminuido, el segundo objetivo es recuperar el control de la rodilla, aumentar al amplitud de movimiento y la fuerza muscular. Especialmente de cuádriceps e isquiotibiales. Pero debemos ser conscientes que el menisco no se repara, no se regenera por sí solo. Aunque se pueda realizar una vida normal con un menisco roto sin presentar ninguna molestia. Pero es necesario tenerlo en cuenta para adaptar nuestra actividad física a ello.
Si se ha optado por una intervención quirúrgica, la fisioterapia también será clave en la recuperación, prácticamente desde el primer momento tras la intervención. Es fundamental mantener la fuerza y movilidad de las articulaciones vecinas. Así como para recuperar poco a poco la movilidad pérdida de la rodilla, establecer el tono muscular y recuperar la estabilidad y la propiocepción de la articulación.