Hoy 3 de Diciembre se celebra el Día internacional de las personas con Discapacidad. Según los datos obtenidos en el último informe mundial sobre discapacidad realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo viven más de 1000 millones de personas que presentan algún tipo de discapacidad física, intelectual o sensorial. Por lo que se dispone, que 1 de cada 7 personas, es decir el 15% de la población mundial, presenta algún tipo de discapacidad. Y por ello, me gustaría que un día como el de hoy, hagamos una pequeña reflexión, acerca de como nuestra actitud puede afectar de forma positiva o negativa en la vida de una persona con discapacidad.
Nuestra actitud frente a la diversidad
Seguramente muy pocos de nosotros nos hemos preguntado alguna vez como hubiese sido nuestra vida o la de algún ser querido si la discapacidad hubiese llegado para quedarse.
No obstante, si son muchas las personas y familias que si se han encontrado con la dura realidad de tener que convivir con la discapacidad. Y con lo que todavía es peor, la lucha que ésta conlleva en nuestra sociedad.
Vivimos cada vez más instalados en una sociedad con miedo hacia lo diferente. Sin darnos cuenta, que esta normalidad que buscamos, es algo totalmente irreal. Y es que en ocasiones ese miedo o desconocimiento hacia algo a lo que no estamos acostumbrados, provoca en nosotros, actitudes y respuestas que pueden llegar a hacer más daño del que realmente creemos. Y es que la actitud que mostremos ante una persona con discapacidad y su familia, puede suponer un obstáculo mucho mayor que el establecido por el propio diagnóstico. Porque al fin y al cabo, las discapacidades o limitaciones que todos tenemos en mayor o menor medida, no son solo otorgadas por nuestros propios factores personales, sino también por factores externos a la persona. Y es que el entorno social, físico y virtual que nos rodee, puede suponer un posible factor limitador o facilitador de nuestro funcionamiento como personas dentro de la sociedad.
¿Y qué se debe hacer?
Actuar con normalidad, evitando la pena, las diferencias de trato y el paternalismo.
Tener discapacidad no supone necesitar un trato especial. Sino más bien comprender que nuestro trato deberá variar dependiendo del tipo de discapacidad que presente la persona. Y es que las necesidades de una persona con discapacidad intelectual son diferentes de las de una persona con discapacidad física, de una con discapacidad visual, de las de una con discapacidad auditiva. Por ello lo único que se debe hacer es evitar la lástima y dirigirse a la persona con respeto, cierta empatía y sensibilidad. De tal forma, que nuestro trato sea el adecuado según cada situación.
Dejar el infantilismo a un lado
Tratar a una persona adulta como un niño es un tipo de maltrato psicológico muy común en personas con discapacidad y mayores. A pesar de que a ninguno de nosotros nos gustaría que nos lo hiciesen, es muy común la infantilizando en este tipo de colectivos. No solo en el trato directo, sino también en la atención terapéutica en centros y residencias.
Un claro ejemplo de ello, son las miles de actividades infantiles que realizan a diario muchas de éstas personas en centros públicos y privados:
- Pintar dibujos de muñecos.
- Realizar puzzles infantiles.
- Realizar actividades de estimulación con material para niños.
- Etc.
Y es que el problema no es el tipo de actividad, sino el como ésta se emplea. Ya que si las actividades se adaptarán a la edad y gustos de la persona, no habría ningún problema en ello.
Por ello, dejemos el infantilismo a un lado. Ya que éste solo genera en la persona una imagen negativa de si misma. La cual se traduce a largo plazo en:
- Baja autoestima.
- Depresión.
- Aislamiento social.
- Pérdida de la independencia y autonomía, con la consecuente dependencia.
- Entre otras.
Asique ya sabéis, tratad a los demás como os gustaría que os tratasen.
Comprender la importancia de la accesibilidad universal.
Cuando se hace una rampa en un edificio para que pueda acceder una persona en silla de ruedas, se coloca una franja delimitadora de pavimento táctil de botones contrastado en color en una acera para que una persona con discapacidad visual reconozca un paso de peatones, se emplean pictogramas en una tienda para que una persona con autismo sepa que es lo que se vende en ese establecimiento, se colocan semáforos con sonido para que una persona con discapacidad auditiva sepa que puede cruzar la calle, etc. Se estan llevando a cabo pequeños cambios en nuestro entorno que permiten a muchas personas con discapacidad y sus familias disfrutar de la sociedad en igualdad de oportunidades.
Y es que si te paras a observar, te darás cuenta que nuestro entorno está lleno de barreras cognitivas y arquitectónicas. Lo que no pensamos es que esas mismas barreras que muchos de nosotros solventamos con normalidad. Pueden ser para muchas otras personas con y sin discapacidad, el motivo de que no puedan disfrutar de independencia.
Por ello, pensemos que en realidad estos pequeños cambios debemos realizarlos en BENEFICIO DE TODOS. Y es que si por ejemplo un edificio cuenta con una acera, rampa de acceso y ascensor adaptados. Permitirá con mayor facilidad y seguridad el acceso para:
- Personas mayores.
- Niños pequeños.
- Padres con bebés en silla.
- Personas con movilidad reducida como consecuencia de una fractura, prótesis, enfermedad, etc.
- Personas en sillas de ruedas.
- Etc.
En definitiva facilitará la movilidad y el día a día de todas las personas que vivan en el.
Entender la educación inclusiva como un pilar básico en la sociedad
Cualquier padre/madre quiere lo mejor para sus hijos. No obstante y a día de hoy, son miles las noticias de familias que luchan porque sus hijos tengan acceso al sistema educativo en igualdad de oportunidades. Y es que a pesar de que la educación es parte fundamental de la vida de cualquier persona. Siendo considerada como un derecho fundamental de todo ser humano. Cuando se enfoca hacia personas con discapacidad, parece que esta misma idea cambia. A pesar de que éste demostrado que ésta es un pilar básico en el desarrollo infanto- juvenil de cualquier ser humano.
Por ello, no es que sea necesario que los niños y jóvenes con discapacidad estudien y se integren en la sociedad. Sino más bien que toda educación debe ser inclusiva e integral. Porque la igualdad no significa la misma educación para todos, sino la mejor educación para cada uno. Y es que tal y como dijo Albert Einstein, “si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es inútil”.
Y por último y más importante…
Disfrutad al máximo de su compañía y cariño. Ya que las personas con discapacidad tienen ese don. El don de no prejuzgar, de querer hasta límites insospechados, de sacarte una sonrisa hasta en el peor momento, de dar abrazos que quitan todos los males y el de valorar y disfrutar de las cosas más sencillas de la vida.
Por ello, aprended, comprended y valórarlos. Ya que si lo hacéis no os arrepentiréis.
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