La enfermedad de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común después del Alzheimer.
La edad media de diagnóstico es de 62 años. Pero en el momento del diagnóstico la muerte neuronal en la sustancia negra y ha superado un umbral crítico (70-80% de pérdida).
En ese momento las terapias con medicamentos pueden enmascarar muchos de los síntomas motores. Pero con el tiempo el efecto de esos medicamentos disminuye y se desarrollan efectos secundarios motores y psiquiátricos.
A pesar del manejo médico, es un trastorno neurológico progresivo que provoca síntomas como:
- rigidez
- temblor
- bradicinesia (lentificación de los movimientos, especialmente de los movimientos voluntarios complejos)
- inestabilidad postural
La rigidez combinada con la bradicinesia contribuyen a que los pacientes pierdan movilidad del tronco. Con el tiempo evolucionan hacia una postura en flexión, encorvada. Además, la pérdida de flexibilidad en la columna contribuye al deterioro del equilibrio y a limitaciones funcionales en actividades que requieren de movilidad del raquis como voltearse, moverse en la cama, ponerse de pie después de estar sentado, inclinarse hacia delante o girar mientras está de pie y caminando.
En la enfermedad de Parkinson las neuronas que producen una sustancia dopamina se degenera y, por tanto, las reservas de esa sustancia en el organismo disminuyen.
La dopamina es importante ya que gracias a ella se transmiten las señales entre las neuronas. Y no sólo controla las respuestas mentales y emocionales, sino también las reacciones motoras. De ahí que los pacientes con enfermedad de Parkinson presenten problemas relacionados con el movimiento, entre otros.
Ejercicio físico y enfermedad de Parkinson
Los avances en neurociencia revelan que el ejercicio actúa a nivel molecular para inhibir la muerte celular, aumentar la eficiencia sináptica y promover al recuperación del comportamiento en la enfermedad de Parkinson.
También se ha demostrado que el ejercicio contribuye a la neuroplasticidad, es decir, proceso que representa la capacidad del sistema nervioso de cambiar su reactividad como resultado de activaciones sucesivas.
Investigaciones en el área de neurobiología del ejercicio han demostrado que el ejercicio puede interferir en múltiples mecanismos implicados en:
- la muerte celular
- estimulación de nuevas neuronas
- puede el metabolismo y las respuestas del sistema inmunitario
- aumenta el suministro de sangre
- protege contra la erosión del envejecimiento, neurodegeneración y lesión cerebral
Muchos de estos procesos se desencadenan por el efecto directo del ejercicio. Por eso, ya que la enfermedad de Parkinson es una enfermedad del envejecimiento, es crucial ya que puede contribuir a invertir déficits motores, atenuar la pérdida de dopamina y modular genes y proteínas importantes.
¿Qué ejercicio realizar en la enfermedad de Parkinson?
Según las últimas investigaciones no parece que haya una modalidad de ejercicio superior a otra en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson a través del ejercicio terapéutico. Lo más importante es alcanzar el umbral suficiente de esfuerzo (complejidad, dificultad) sobre un período de tiempo adecuado (repetición). Por tanto, es importante incidir en que, independientemente del ejercicio escogido, debe haber una adecuada combinación de complejidad, dificultad y repeticiones para conseguir provocar cambios.
Una forma de aumentar la intensidad del ejercicio es a través de ejercicios específicos que requieren del uso de las extremidades en patrones de movimiento que enfatizan en el re-aprendizaje de patrones de movimiento normales. Estas tareas deben centrarse específicamente en tratar de revertir las deficiencias (bradicinesia o hipocinesia) involucrando al paciente en el entrenamiento de movimientos cada vez más grandes y rápidos durante el movimiento cotidiano.
Este tipo de enfoque hacia tareas específicas repetitivas da como resultado cambios más prolongados y específicos en el cerebro.
Ejercicio de flexibilidad en columna
Las personas con enfermedad de Parkinson presentan problemas musculoesqueléticos que afectan tanto a estructuras axiales (cuello y espalda) como a las extremidades.
En adultos sanos, la flexibilidad que presenten en su columna se correlaciona directamente con su rendimiento físico en tareas como alcanzar objetos, cambiar de posición de boca a arriba a sentado y girarse estando de pie. Por tanto, las personas que pierden esa flexibilidad, como las que padecen Parkinson, van a ver deteriorado también su equilibrio y presentarán limitaciones físicas.
Prescribir ejercicios específicamente diseñados para mejorar la flexibilidad de la columna ayudarán, por tanto, a mejorar el rendimiento físico en personas con enfermedad de Parkinson. Especialmente aquellos que están en etapas tempranas y medias de la enfermedad.
Requisitos
- Deben estar diseñados para promover la participación adecuada de músculos sinergistas (músculos que hacen la misma función). Y no para aumentar la fuerza de estos músculos.
- Se deben realizar de forma relajada y no enérgica. Los movimientos deben ser lentos y se puede utilizar la respiración diafragmática suave para promover esta relajación.
- Enfatizar en estructuras axiales (cuello y columna). Ahí es donde está la base mecánica sobre la que se producen todos los movimientos. Por eso su relajación debe preceder al resto de movimientos del cuerpo.
- Se debe comenzar por aprender el movimiento eficiente en posiciones en las que haya apoyos. De esta manera el paciente puede centrar mejor la atención sobre el mínimo número de estructuras posibles.
- Los ejercicios deben ser cada vez más complejos a medida que el paciente pueda realizarlos correctamente. Para aumentar la dificultad se aumentará el número de segmentos que se mueven coordinadamente y se disminuirá el apoyo.
- Cada etapa del programa de ejercicios se basa en etapas anteriores.
- En cada etapa se incorporan ejercicios funcionales que semejan actividades diarias normales.
- Los pacientes deben realizar los ejercicios de manera independiente para que puedan continuarlos como parte de su rutina diaria.
Otras modalidades
Pero también sería adecuado añadir otras modalidades como podría ser:
- Pilates
- Taichi
- “Boxeo”
- Ejercicios de agilidad
- Ejercicios con perturbaciones
- Tango
Obviamente, todas ellas de manera individualizada y adaptándolo a las posibilidades de cada paciente. ¿Por qué ese tipo de tareas?
- Les obliga “a salir” de esa postura en flexión (encorvados)
- Se trabaja el equilibrio
- Actividades musicales pueden servir como claves para facilitar el movimiento
- Pueden aumentar el interés, la interacción social y la motivación (claves para conseguir resultados)
- Requiere de tareas cognitivas
- En el caso del boxeo necesita rotaciones de tronco, agilidad física y mental, reacción, marcha adelante y atrás…
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