Un día te vienes arriba y dices:
– “Voy a empezar a hacer deporte!”
El gimnasio
Llegas al gimnasio, preguntas, te dan unos precios, unos horarios y… ya estás lista/o para comenzar!
Entras en la sala de máquinas, un poco perdida/o, buscando un monitor que te explique qué hacer. Cuando lo encuentras, te dice:
– “¿Es tu primera vez en un gimnasio, no? Puedes comenzar caminando 15 minutos en la cinta, 15 minutos de bicicleta y 15 de elíptica “
No es precisamente lo más divertido del mundo. Pero después, con un poco de suerte y si no te has aburrido lo suficiente, te darán una tabla con ejercicios para que realices en las máquinas (¡Allá vamos 3 series de 10 repeticiones!). Y tú, que nunca las has utilizado, que no sabes cuánto peso poner, ni si lo estás haciendo bien, vas tirando, deseando terminar.
Fin del primer día.
Al siguiente piensas:
– “Bueno, no me divertí demasiado, pero es normal, estoy comenzando. Voy a probar con las clases de zumba, que bailar me gusta más”
Es entonces cuando entras a una clase abarrotada e intentas esconderte al fondo para no entorpecer. Pero, aun así, es difícil esconder el nudo que se acaba de hacer en tus piernas al poco de comenzar, las veces que te chocas con la gente que hay a tu alrededor o el corazón, que se te va a salir por la boca.
Puedes intentarlo unos cuantos días más, pero es probable que al final, tras estas experiencias, acabe por darte pereza volver al gimnasio.
Mi experiencia
Considero que siempre he sido buena estudiante, sin embargo, en Educación Física, solía tener unas notas más bien “reguleras”. ¿Cómo podía ser?
La Educación Física en la enseñanza
- ¿Por qué poner de repente a una persona sin habituar, a correr 12 minutos seguidos alrededor de un pabellón?
- ¿Por qué evaluar la capacidad de saber hacer una rueda lateral sin haber enseñado antes diferentes progresiones, sin un trabajo complementario que ayude… etc?
- ¿Por qué evaluar la fuerza para lanzar un balón medicinal si ni siquiera hay un trabajo de fuerza?
Todas estas situaciones, a mí, una persona con poca fuerza muscular, que no estaba acostumbrada a realizar actividad física y una capacidad de resistencia mínima, hacían que físicamente lo pasara mal. Esa hora se hacía interminable y llegué a detestar hacer deporte.
Fuerza de voluntad
Pero como buena estudiante. Si algunas/os compañeras/os iban a clases particulares de matemáticas o de inglés, yo decidí ir a mis “clases particulares de Educación Física”. Y así fue cómo me apunte a un gimnasio por primera vez, con 15 años y, por fin, logré pasar el (dichoso) Test de Cooper sin marearme.
Pero no solo eso. Más allá de lo académico, la lección que me llevaré siempre conmigo, es la de aprender a disfrutar del deporte. Aquello que para mí suponía una obligación, un sacrificio y que me hacía pasarlo mal, se convirtió una actividad con la que me lo pasaba bien.
¿Cómo conseguí disfrutar con el deporte?
La clave está en que no desistí. Saqué fuerza de voluntad para probar diferentes actividades y no darme por vencida con la actividad física. Comencé corriendo en la cita (por el mencionado Test…). Pero a diferencia del instituto, comencé yo sola, poco a poco, a mi ritmo. Y me plantee día tras día ir aumentando el tiempo que pasaba corriendo.
Al poco tiempo, decidí probar algún tipo de actividad aeróbica diferente para compaginar. Comencé a ir a clases de spinining, aeróbic… Y así, mi capacidad física fue mejorando. Ya no me fatigaba tanto, las sensaciones habían cambiado, me sentía bien después de hacer deporte y cada vez tenía más resistencia.
Y desde entonces, no he dejado de practicar algún tipo de actividad física durante todo este tiempo. He ido a clases de patinaje, natación, baile, durante temporadas he corrido, he hecho rutas en bici, he aprendido a hacer snowboard… y en general, me encanta descubrir actividades nuevas.
Seguramente, de haber continuado con ese concepto erróneo que tenía en el instituto, no hubiera descubierto todas estas actividades, disfrutado con ellas y conocido un montón de gente en mi camino.
Actividad física en la actualidad
Para mí, lo fundamental es aprender a disfrutar. Encontrar aquella actividad con la que te lo pases bien, como cuando los niños juegan sin pensar en qué están haciendo, simplemente concentrados en la actividad que están realizando.
Y es que hoy en día tenemos una creencia errónea de lo que supone hacer ejercicio físico. En parte, por la forma en la que nos llega la información. Los gimnasios les dicen a la gente que tienen que practicar deporte con imágenes de gente sufriendo, chicos y chicas musculados muy alejados de la gente de a pie, con palabras en inglés que nadie entiende…
Por eso en reactive queremos transmitiros una forma diferente de practicar ejercicio físico para que vosotros también disfrutéis. Nosotros no utilizamos máquinas, ni nuestro objetivo es crear cuerpos esculpidos de hierro.
Simplemente queremos entrenar a personas, acompañarlas a mejorar su calidad de vida a través de la actividad física.Y todo mediante un programa de entrenamiento donde cada aspecto está pensado para entrenar, motivar y divertir. Porque el servicio está pensando en la persona, en adaptarlo a sus necesidades y expectativas. Y en conseguir que la gente disfrute haciendo ejercicio.
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