La radiografía es una prueba muy sencilla, rápida e indolora que nos permite obtener imágenes de estructuras internas de nuestro cuerpo, especialmente de los huesos.
Suele ser la primera opción a la hora de derivar a los pacientes para realizar pruebas complementarias ya que supone un método económico y rápido de obtener información. Sin embargo debemos plantearnos ciertas cuestiones:
¿Qué es lo que realmente muestra una radiografía?
¿Es realmente lo que necesito?
¿Podría evitar irradiarme?
Muchas pruebas complementarias (radioagrafía, TACs, resonancias…) a veces resultan innecesarias bien porque no estudian aquello que nos interesa y además se podría haber evitado irradiar al paciente.
En otras ocasiones los pacientes se sienten “mal atendidos” por su médico porque no les han derivado para realizar una radiografía. Por eso me parece importante aclarar en qué consiste una radiografía y en qué casos sería necesario este tipo de estudios.
Qué es una radiografía
La radiografía, también llamada “rayos X“, producen imágenes de los huesos y ciertos órganos y tejidos.
Para ello se utiliza una máquina de rayos X que emite un haz de radiación controlada. Una vez que llegan a nuestro cuerpo, cada tejido absorben o bloquean estos rayos de manera distinta. Esto es lo que provoca las diferentes densidades, es decir que se vean más blancos, grises o negros en la radiografía.
Las densidades básicas
- Aire: aparece con el color más oscuro en la radiografía (negro). Se observa en tráquea, bronquios y parénquima pulmonar.
- Grasa: en un tono gris, un poco más claro que la densidad aire.
- Tejidos blandos o líquidos. Se observa en un gris muy claro que es difícil de diferenciar. por eso no estaría indicada esta prueba para diagnosticar patología en estas estructuras. Se trataría por ejemplo de tejidos como el músculo, corazón, pleura…
- Calcio: es la estructura que mejor se observa. Sería el caso de los huesos que en la radiografía aparecen de color blanco.
- Metal: es el tono más blanco, brillante, que aparece en una radiografía. Se observa en casos de prótesis o cualquier implante metálico que tengamos en nuestro cuerpo.
Cuándo NO es necesario realizar una radiografía
Los casos en los que no sería necesario realizar una radiografía podrían ser los siguientes.
Si ya se ha realizado una recientemente
En aquellos casos en los que ya se ha hecho una radiografía en otro hospital, urgencias o en otro servicio externo.
Si ya se ha hecho una radiografía tendríamos que intentar por todos los medios conseguir que nos las puedan facilitar para así poder acudir con ella al resto de profesionales. De esta manera evitaremos tener que repetirla.
Cuando hacerla no alteran el resultado
Cuando el resultado de la radiografía no nos vaya a aportar información relevante. Es decir, que el hecho de realizar la radiografía pueda encontrar hallazgos que no sean relevantes para el caso clínico en concreto.
Por ejemplo: hacer una radiografía para buscar artrosis puede no ser relevante ya que tener artrosis es algo normal con la edad, como las arrugas en la piel, y no tiene por qué causar dolor. (Todo el mundo tiene artrosis a partir de cierta edad y sin embargo no todo el mundo tiene dolor a partir de cierta edad ergo la artrosis no tiene por qué causar dolor)
Si todavía es demasiado pronto
Tampoco sería adecuado pedir pruebas con demasiada frecuencia. En muchas enfermedades la evolución es lenta. O quizás el tiempo para que el tratamiento comience a hacer efecto y sea evidente sea prolongado. Por lo que hacer una radiografía cada poco tiempo no tendría sentido.
Si la prueba es inadecuada
Cada prueba diagnostica (radiografía, TAC, resonancia, electromiografía…) tiene un objetivo distinto. Por tanto en función de cuál sea nuestro objetivo, tendremos que hacer una o varias pruebas en concreto, pero no todas. E incluso algunas de ellas serán completamente innecesarias.
Por eso es sumamente importante realizar una buena historia clínica. ¿Esto qué es? Dedicarle tiempo al paciente para preguntarle qué es lo que le ocurre, desde cuándo, con qué lo relaciona, si ya había tenido episodios anteriores… necesitamos saberlo TODO sobre él. Esta es la pieza clave que nos orientará sobre qué pruebas están indicadas en cada caso.
Y esta es la parte en la que muchas veces se cojea. Se dispone de poco tiempo por paciente y eso dificulta poder saber qué necesita exactamente. Por lo que muchas veces se trabaja de manera mecánica y se prescriben pruebas innecesarias mientras que otras necesarias no se solicitan. O se solicitan mucho más adelante después de haber realizado otras innecesarias.
Cuándo SÍ es necesario realizar una radiografía
Lo cierto es que la radiografía puede ser útil en muchos casos considerándose la primera prueba de elección por su rapidez y por su escasa radiación en comparación con otro tipo de técnicas. En el caso de las consultas de fisioterapia es de especial ayuda en situaciones como:
- Sospecha de osteosarcoma primario: poco frecuente.
- Sospecha de osteomalacia.
- Dolor por posible aplastamiento osteoporótico: se recomienda realizar una radiografía lateral de la columna dorsal y lumbar.
- Síntomas iniciales de artropatía: Puede ser útil para determinar la causa, si bien las erosiones son un signo más bien tardío.
- Prótesis dolorosa
- Posible lesión de la articulación sacroilíaca: Puede ser útil para estudiar artropatías seronegativas. Las articulaciones sacroilíacas suelen verse bien con una RX ánteroposterior de la columna lumbar.
- Dolor de la articulación coxofemoral (de la cadera). Pero ¡OJO! solo en casos en que:
a) el paciente tenga la movilidad completa pero persisten los signos y síntomas, o si los antecedentes son complejos.
b) el paciente tenga la movilidad restringida solo si va a considerarse una artroplastia (prótesis) de cadera o si persisten los síntomas.
c) si hay sospecha de necrosis aséptica
8. Dolor de rodilla. Solo si:
a) no hay bloqueo ni limitación de la movilidad pero por el tipo de lesión se recomienda operar. Solo por considerarse la operación la radiografía estaría indicada. De lo contrario probablemente se trate de una patología de tejidos blandos y la radiografía no nos va a dar información de interés.
b) con bloqueo de la articulación, restricción de la amplitud de movimientos o derrame articular (quizá por cuerpo extraño)
9. Deformidad en valgo del dedo gordo del pie. Tan solo para evaluación prequirúrgica.
10. En casos de traumatismos en los que sospechemos de posible fractura. Es el caso de caídas, accidentes de tráfico, personas mayores con osteoporosis…
Algunos ejemplos
Como podemos ver, las indicaciones para realizar una radiografía son muy concretas. La aparición de dolor en una parte del cuerpo no es justificación para realizarla salvo que sospechemos de alguno de los casos anteriores en los que la radiografía nos pueda dar información importante.
Ejemplos comunes en consulta por los que sería innecesaria la realización de una radiografía:
- Dolor de hombro: cuando tras hacer una buena valoración del caso observamos que el origen del dolor proviene de estructuras blandas (tendón, músculo, ligamento..). En este caso una radiografía no nos sirve para ver estas estructuras, por tanto sería completamente innecesaria. Y el hecho de realizar tanto esta prueba como cualquier otra no va a cambiar el tipo de tratamiento. Salvo que sospechemos de fractura, presencia de cuerpo extraño, etc.
- Sospecha de dolor por artrosis: como comentaba, la aparición de artrosis a partir de cierta edad es completamente normal. Por tanto hacer una radiografía para confirmarlo tampoco va a cambiar nuestro abordaje, salvo en casos en los que se valore operar (prótesis) que tendría otras indicaciones.
- Escoliosis: en personas adultas en las que la escoliosis ya está estructurada no tiene sentido realizar radiografías con frecuencia. Sabemos que está ahí, sus grados y el sentido de sus curvaturas. Con eso es suficiente para plantear un tratamiento adecuado y una radiografía no nos aportará información a mayores. Sería distinto en el caso de niños y adolescentes en los que es necesario estudiar la evolución de la escoliosis con el crecimiento.
- Esguince de tobillo: salvo en el caso de esguinces graves (grado III) en el que sospechemos que pueda haber una fractura asociada. En los esguinces se lesiona el ligamento lateral. Por tratarse de tejido blando que en la radiografía no es visible, no sería necesaria esta prueba.