Muchos pacientes acuden a fisioterapia con diagnósticos erróneos por diferentes motivos. Por una parte el exceso de información hace que muchas personas asocien síntomas similares de sus familiares y amigos a lo que les está ocurriendo a ellos mismos. Por otra parte, en los servicios sanitarios muchas veces no se dispone del tiempo necesario para realizar una correcta valoración y se aportan diagnósticos poco precisos o erróneos.
Hoy me gustaría hablaros sobre 5 patologías erróneamente diagnosticadas (o autodiagnosticadas).
1. Ciática
Este quizás es el diagnóstico más sobreutilizado. Y es que muchas personas asocian que su dolor lumbar es una ciática. Sin embargo, para que eso sea considerado así tienen que darse determinadas circunstancias:
- Presencia de una hernia lumbar diagnosticada en resonancia magnética
- Que esa hernia realmente esté comprimiendo una raíz nerviosa
- Dolor irradiado: dolor en zona lumbar que baja por la nalga, parte posterior del muslo y puede llegar hasta el pie.
- Puede acompañarse de entumecimiento, hormigueos, debilidad muscular, aumento de la sensibilidad…
Pero es importante tener en cuenta que, a pesar de que te hayan visto una hernia en resonancia magnética, esta puede no ser la causa de tu dolor ya que puede que ahora mismo no esté comprimiendo el nervio o puede incluso que se haya reabsorbido. Si quieres saber más sobre la ciática pincha aquí.
2. Algias
En este caso, que un paciente venga con un diagnóstico de “-algia” no nos aporta más información que la de que tiene dolor en cierta parte del cuerpo:
- Lumbalgia: dolor en las lumbares
- Gonalgia: dolor en la rodilla
- Cervicalgia: dolor de cuello
Pero… ¿a qué se debe ese dolor?
Ese tipo de diagnósticos no hablan sobre el origen del dolor, por tanto, tampoco nos aportan información suficiente como para plantear un tratamiento adecuado. Por ejemplo, si a un paciente lo diagnostican con “cervicalgia”, ese dolor puede ser debido a múltiples causas y para cada una de ellas necesitaríamos plantearnos un tratamiento diferente.
Entonces, si vas a tu médico y te aporta un diagnóstico de este estilo es importante que tengas en cuenta que no te están diciendo cuál es el origen de tu problema. Con esto no quiero decir que sean necesarias pruebas de imagen en todos los casos (radiografías, ecografías o TACs), solo que deberían explorar más para poder descartar patologías y llegar al origen del problema.
3. Tendinitis
Cuando hay dolor en el tendón frecuentemente se cree que existe una tendinitis. La palabra tendinitis hace referencia a que existe una inflamación dentro del tendón, sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que en raras ocasiones existe una inflamación real. En realidad lo que provoca dolor son cambios degenerativos que se producen en el tendón. Por eso sería más correcto denominarlo como tendinosis en lugar de tendinitis.
Para que realmente estemos ante una inflamación tienen que darse una serie de signos clásicos:
- Enrojecimiento
- Calor
- Dolor
- Hinchazón
- Impotencia funcional entendida como la dificultad para movilizar la extremidad afectada o la función de un órgano.
4. Contracturas
Muchas veces se echa la culpa de nuestro dolor a las contracturas. Una contractura es el acortamiento de un músculo que se vuelve menos flexible, duro y doloroso. Con frecuencia se asocian a movimientos bruscos o malas posturas y se cree que recibiendo un masaje del fisioterapeuta se solventará el problema.
Pero es necesario ir más allá. Y es que el origen de muchos de los dolores musculares que presentamos vienen dados por desequilibrios musculares. Es decir, por músculos que están acortados pero también por otros que están elongados. Un ejemplo muy claro en el caso de dolor cervical en personas que tienen el cuello adelantado:
- Acortamiento de los músculos de la parte posterior de las cervicales: genera dolor en cuello y hombros
- Elongamiento excesivo de la musculatura anterior del cuello
Por tanto, si tan solo tratamos de relajar hombros y cuello, solo estaremos solventando parte del problema. Se necesita una intervención más global en la que tratemos de relajar aquellos músculos que se encuentran “contracturados” pero también de acortar aquellos que se encuentran elongados.
6. Fascitis plantar y espolón calcáneo
En el caso de dolor en la planta del pie, puede que se haya diagnosticado como causa un espolón calcáneo. Sin embargo, esta molestia viene dada por la tracción del tejido de la planta del pie (fascia plantar), no realmente por el espolón. Esto se ha demostrado mediante estudios en los que se ha visto que muchas personas tienen espolón calcáneo (diagnosticado mediante radiografía), pero sin embargo no presentaban ningún tipo de molestia.
Seguro que muchos de estos diagnósticos te suenan. Pero recuerda que ante cualquier tipo de molestia es necesario que un profesional sanitario valore adecuadamente tu caso. Si nos quedamos con diagnósticos erróneos, no podremos plantearnos tratamientos eficaces que resuelvan nuestras molestias.
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