La obesidad constituye hoy en día un problema médico, social, laboral y económico de primera magnitud. Según las OMS en el año 2016 la prevalencia mundial de la obesidad era de alrededor de 39%. En 1975 la obesidad afectaba únicamente al 3-6% de la población.
A día de hoy, numerosos estudios relacionan la obesidad con una aceleración del proceso de degeneración discal lumbar y esta con la presencia de dolor lumbar crónico.
Degeneración discal
El desarrollo de la degeneración discal se puede atribuir a condicionantes genéticos, ambientales y al estilo de vida. De estos, el más importante es la obesidad, la cantidad de grasa corporal y su distribución.
A pesar de que muchas personas pueden tener degeneración discal y no tener síntomas. Sin embargo estudios recientes confirman una asociación entre el grado de degeneración discal y dolor lumbar crónico.
Como también existe relación entre la obesidad y el dolor lumbar crónico, es lógico pensar que un índice de masa corporal elevado sea un agente causal de degeneración que favorezca la presencia de dolor lumbar.
¿Esto a qué se debe?
El tejido graso es un órgano muy importante que produce hormonas y diversas proteínas involucradas en el desarrollo de varias enfermedades relacionadas con la obesidad como la diabetes 2 o la patología cardiovascular.
A medida que se gana peso, aumenta la proporción de macrófagos que activan cascadas de producción de sustancias proinflamatorias.
Este efecto es mayor en varones obesos respecto a las mujeres. Probablemente por el tipo de distribución de grasa en el varón, de predominio en tronco y abdomen. Esta acumulación de grasa en la zona abdominal es la que provoca un aumento de secreción de sustancias que producen cambios inflamatorios crónicos en el disco.
La obesidad también implica un aumento de la carga mecánica en la columna vertebral por el exceso de peso que genera la carga sobre los discos vertebrales favoreciendo su degeneración.
Otro efecto es la aterosclerosis, es decir, el depósito de grasa en las arterias. Esto causa desnutrición en las células del disco predisponiendo a su generación.
El efecto de la obesidad sobre el disco intervertebral se ve incrementado además si la persona es fumadora. El tabaquismo disminuye significativamente la tensión del oxígeno al disco intervertebral, probablemente debido a efectos de vasoconstricción e hipoxia (deficiencia de oxígeno en la sangre). Todos estos mecanismos producen malnutrición del disco lo cual lo hace más vulnerable al estrés y a las lesiones.
Complicaciones perioperatorias de la obesidad
Además de los problemas lumbares, si la persona obesa se tiene que operar, está sometida a riesgos importantes:
- tiempos quirúrgicos más largos
- mayor pérdida hemática intraoperatoria
- más infecciones de herida quirúrgica
- incidencia mayor de tromboembolismo posquirúrgico
- probabilidad de lesión de nervio frénico
- mayor mortalidad global
- peor cicatrización de la herida quirúrgica
Al aumentar el tiempo quirúrgico, también implica mayor tiempo analgésico. Además supone mantener separadores o retractores de partes blandas durante tiempos más largos.
También aumenta la probabilidad de contaminación del tiempo quirúrgico. La tasa de infecciones de la herida quirúrgica en el obeso (IMC > 30) al menos duplica y frecuentemente triplica la tasa del no obeso.
Con este problema de tal magnitud, es necesario adoptar todas las medidas necesarias para respaldar las dietas sanas y la actividad física periódica.