Los superalimentos no tienen una definición como tal en el diccionario de la RAE. Aún así, si hubiera que definirlos podríamos decir según el imaginario popular que son alimentos a los que se les atribuye cualidades increíbles y por encima de la media. Algunas personas creen que los superalimentos tienen capacidades curativas. Nada más lejos de la verdad. ¡Veámoslo!
¿Por qué un alimento no puede ser “súper”?
Los nutricionistas entendemos el acto de nutrirse como una incorporación de alimentos a lo largo del día, con un equilibrio entre los mismos y atendiendo a las necesidades específicas de cada persona. Siempre hay nutrientes que un alimento no tiene, pero que otro sí y ahí está la clave del asunto. Los superalimentos no pueden existir porque no pueden garantizar este equilibrio entre nutrientes por sí solos.
¿Por qué se da tanto la brasa con los superalimentos?
Piénsalo de este modo: es mucho más fácil para aquel que quiere hacer dinero fácil el atribuirle soluciones a un problema concreto a un elemento (alimento, objeto, proceso…) que diseñar una estrategia adecuada para ese problema. Aparte del engaño, no es que resulten baratos en sí mismos. Es el timo del crecepelo (que igual era agua con colonia) pero llevado a la quintaesencia.
El golpe a la billetera
Los precios asociados a los superalimentos tienen al alza si así concurre la demanda social de los mismos, influida por la “mass media”, las redes sociales, modas, famoso de turno (también conocido como “gancho”) y el momento es prolífico para ello (operaciones bikini, verano, sobrepeso tras una boda…). Como comentamos, son la supuesta “solución” a problemas concretos. Otra cuestión que encarece su precio es por sus características exóticas o de importación, como es el caso más moderno de las semillas de chía o la quinoa (cuando en España tenemos semillas de lino o arroz, mucho más baratos y sin nada que envidiarles). Los precios en algunos casos son mareantes para la cantidad que ofrecen estos productos. También se inventan dosis recomendadas muy inferiores a las que realmente nutrirían a la persona como se debe.
La trampa
Muchos superalimentos vienen en formato “mini”, para que creas que los nutrientes que contien están en cantidad tan masiva que conviene “dosificarlos”. Pero realmente luego nos ponemos a analizar los valores por 100g y resulta que para alcanzar ese valor nutricional altísimo que refieren deberías de consumir kilos entero del mismo todos los días. Un ejemplo de esto son las bayas de Goji o la espirulina. Eso sí, en farmacia o herbolarios verás de nuevo las mini dosis.
La cura
Hoy en día las personas recurrimos antes a Google que a nuestro médico de cabecera. Para cualquier cosa. Y es entonces cuando hay que entender que existe gente pendiente de aprovechar esa oportunidad, por medio de “publicidad personalizada” o emails virales. Y eso pasa entre otras cosas por tus historiales de búsqueda o las cookies que generas al moverte por Internet. Porque si buscas “el zumo verde de kale limpia los intestinos” seguramente encuentres aquello que buscas. El asunto es aprender a conocer lo que es una fuente bibliográfica de calidad de las que no. Éstas a menudo incluyen en su URL las palabras “revolucionario”, “salud”, “bio”, “vida”, “sano”, “saludable” o algo que resalte su cáracter extraordinario y relacionado con la salud y el estilo de vida.
Estoy cansado de ver publicidad engañosa de frutas dragón que curan la diabetes tipo II, aguacates de la Amazonia profunda que curan la obesidad o semillas que prometen reducir la retención de líquidos. Y no, nada de esto es cierto. Ten en cuenta que se están aprovechando de ti con esto y que no debes hacer ni caso. Si existiese una cura tan sencilla para determinadas enfermedades, créeme que ya se habría comercializado. Y no, la “farmafia” no está intentando que ese “remedio” o “superalimento” no llegue al mercado español y que por ello debas comprarlo por Internet.
¿Qué pasa si me engañan?
Al igual que sucede con “tratamientos” que no demuestran eficacia alguna como la homeopatía o terapias de curanderos, posiblemente te quedes con las ganas de un resarcimiento de tu honor (y de tu dinero) si no acaba antes con tu salud. ¿Es deleznable que actúen impunemente? Sí, desde luego que sí. Pero necesitamos cambios en la legislación que amparen al consumidor/ paciente ante estos atropellos. Y para eso hay que votar y alentar estas políticas a nivel estatal.
Conclusiones
- Tener cuidado ante los timadores es vital para que no te lleves un mal trago y acabes odiando la nutrición. Pedir consejo a personal cualificado como los dietistas-nutricionistas ante cualquier atisbo de duda es un recurso útil para aprender a distinguirlos poco a poco y protegerse.
- No existen superalimentos ya que no tienen características que superen a otros alimentos de manera sginificativa ni curan o palian enfermedades.
- Muchos alimentos alentados por “influencers” o modas tienen su versión española y puedes consumirlos también para ahorrar costes y estar igualmente bien nutrido. Todo son ventajas. Y no hace falta que sea ecológico. Tal es el ejemplo de las modas de alimentos como chía, kale, o bayas de Goji teniendo lino, sésamo, coles y grelos o también moras, fresas y frambuesas. Confía en tu tierra, que es fértil y próspera.
- Elimina los datos de navegación periódicamente y evita dar tus datos a páginas que puedan vender tu información a terceros con fines maliciosos. Leerse la política de privacidad y gestionar qué datos permites recabar y a quién dárselos es algo que la nueva normativa del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) pretende conseguir.
Ricardo Estévez
NUTRICIONISTA
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